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La campaña de bombardeo fue iniciada bajo el mando del general Curtis LeMay de la Fuerza Aérea Estratégica de Estados Unidos (USAF) en 1945, unos meses antes del bombardeo de Hiroshima y Nagasaki y de la rendición japonesa. La operación se inició a principios de marzo, con cientos de B29s que soltaron toneladas de napalm, fósforo y otras bombas incendiarias en decenas de ciudades. Estas detonaciones tenían el objetivo de provocar tormentas de fuego enormes contra los cuales los inadecuados servicios de emergencia de los japoneses eran incapaces de luchar; destruyeron la infraestructura urbana del país y produjeron la maximización de víctimas civiles. "Matar japoneses no me molestó mucho en ese momento", escalofriantemente admitió después el comandante LeMay de la USAF; añadio: "Supongo que si yo hubiera perdido la guerra, ellos me habrían tratado como criminal de guerra". La campaña de LeMay duró cinco meses devastando más de 60 ciudades japonesas, mató a un estimado de 500,000 civiles, hirió a 400,000 y produjo cinco millones de personas sin hogar. En Tokio en seis horas más de 100,000 residentes murieron y 260,000 edificios fueron incinerados. Un sobreviviente describió las calles como "ríos de fuego" con casas de madera, muebles y personas "que estallaban en el calor" y "enormes vórtices incandescentes... remolineando, aplanando, absorbiendo cuadras enteras de casas en su vorágine de fuego". Kobe, casi la mitad de la ciudad, fue bombardeada, totalmente destruida, unos días más tarde —un área llena de fábricas, comercio y transportación. Ocho mil personas murieron y 650,000 quedaron sin hogar de un millón de habitantes de la ciudad. La tumba de las luciérnagas, que toma lugar en Kobe, se basa en la novela semiautobiográfica del mismo nombre por Akiyuki Nosaka, uno de los miles de niños japoneses cuyos padres fueron asesinados en los atentados. La película comienza el 21 de septiembre de 1945, justo después de la rendición japonesa. El escuálido Seita es encontrado muerto por un limpiador de tren en la estación de Sannomiya de Kobe. La historia entonces retrocede a la incursión de bombardeo en Kobe, donde el joven se prepara para huir con su hermana Setsuko a un refugio antiaéreo. En un breve momento de ternura —uno de los muchos a lo largo de la película— el chico se asegura de que su hermana menor esté bien asegurada en su espalda y luego se agacha para recoger la muñeca de la niña que casi queda olvidada entre los escombros. Los dos niños sobreviven el bombardeo y el posterior infierno, pero muchos a su alrededor mueren de terribles quemaduras, y la ciudad queda devastada. Más tarde nos enteramos de que su madre —quien no había podido llegar a un refugio de bombas— estaba muy quemada, y finalmente había muerto. La muestran bien envuelta de pies a cabeza con vendas ensangrentadas, con sólo sus ojos cerrados y sus labios carbonizados visibles. Con su madre muerta y su padre sirviendo en la marina —aislado, dado por muerto— los niños se ven obligados a depender de la caridad de una tía lejana que era muy dura. La tía persuade a Seita a vender los kimonos de su madre con el fin de comprar comida y cuando esa se consume, se convierte cada vez más en una persona amargada y rencorosa hacia los niños. Seita intenta proteger a su hermana de la tía, le enseña cómo atrapar luciérnagas, algo que deleita a la niña, la lleva a la playa para nadar y jugar, y le da caramelos de fruta para animarla y calmarle el hambre. Finalmente les resulta imposible continuar viviendo con esa mujer y crea un nuevo hogar para ellos en un túnel en desuso cerca de un río. Es aquí que el título de la película se ve confirmado. Una mañana, después de que los hermanos habían capturado muchas luciérnagas y se habían maravillado con sus luces parpadeantes, Seita descubre que Setsuko está enterrando los insectos que han perecido durante la noche. La niña ha hecho la conexión entre las luciérnagas muertas y su madre, y Seita se emociona profundamente. Las luciérnagas, de hecho, se convierten en un símbolo visual y emocional complejo para los dos niños —del bombardeo incendiario, del cual no hablan, y también de la vida, de la intimidad, de la espiritualidad y de los lazos tan cercanos de los hermanos. Cuando fue lanzada originalmente La tumba de las luciérnagas, ésta representó un cambio importante de los temas de las películas de caricaturas que suelen centrarse en fantasías escapistas o historias de ciencia ficción. El género era raramente, o nunca fue, utilizado para explorar abiertamente temas sociales. El director Isao Takahata, sin embargo, había sido influenciado por las películas neorrealistas italianas de después de la Segunda Guerra Mundial y examina las vidas y las luchas de las personas que trabajan o que viven a los márgenes de la sociedad. En contraste con el enfoque semi documental en blanco y negro de los neorrealistas, la película de Takahata dispone de una apacible calidad matizada y las líneas visuales de los rostros de los niños son delicadas, con rostros suaves y expresivos. Muchas de las escenas, sobre todo aquellas en las que Setsuko y Seita observan las ruinas bombardeadas de su ciudad, parecen una pintura con un aspecto casi de acuarela. Éstas se contraponen contra la suave luz de las luciérnagas y los sonidos de los pájaros que suenan a la orilla del túnel, el hogar temporal de los niños. Takahata a menudo se detiene en las escenas rurales por períodos extendidos, dándoles tiempo a los espectadores para reflexionar. La tumba de las luciérnagas es un trabajo apasionante y convincente. Los niños experimentan la muerte de un familiar, el hambre, la falta de vivienda y otras catástrofes producidas por la guerra, pero a través de estas pruebas, Seita continúa siendo absolutamente dedicado a su hermana y con la absoluta certeza instintiva de que tienen derecho a vivir una vida feliz y normal . Muchos críticos del cine occidental han elogiado con razón La tumba de las luciérnagas como una exposición importante de los horrores de la guerra con varios de ellos aclamándola como una poderosa película en contra de las guerras. Estas críticas, sin embargo, han sido rechazadas por Takahata y el novelista Akiyuki Nosaka quienes insistieron en que la obra no tiene ningún contenido político. LAS GUERRAS CIVILES MODERNAS ESTÁN DISEÑADAS PARA DESINTEGRAR LA SOCIEDAD Y LA CULTURA DEL ENEMIGO Y SE DIRIGEN CONTRA PARTES DE LA POBLACIÓN CIVIL, CON EL OBJETO DE TRATAR DE ANIQUILAR SU IDENTIDAD Y DESPROVEERLA DE LOS RECURSOS SOCIOCOMUNITARIOS QUE ESTRUCTURAN ÉSTA. PARTE DE ESTA POBLACIÓN ACABA PADECIENDO UN TRAUMA PSICOSOCIAL QUE DESEMBOCA EN LA CRISTALIZACIÓN DE UNAS RELACIONES SOCIALES ABERRANTES, DANDO LUGAR A POBLACIONES VULNERABLES
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